Museos de artista y museos de coleccionista. Ampliaciones.
Sorolla y la Arqueología.
La donación del marqués de Cerralbo al Museo Arqueológico Nacional
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Preparadores JC. Extracto “A propósito de la Vitrina CERO El marqués de Cerralbo (1845-1922): entre el coleccionismo y la arqueología”[1].
El 17 de junio de 1911, el marqués de Cerralbo hace pública su intención de donar su colección paleontológica y arqueológica a los museos nacionales de Ciencias Naturales y de Arqueología, respectivamente, aunque estableciendo una serie de condiciones de las que hablaremos más adelante. En 1912 comenzaron las gestiones, por parte del MAN, para habilitar un espacio destinado a exponer las piezas, así como la construcción de vitrinas. Este proyecto fue encargado a Ricardo García Guereta, arquitecto del Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales. El mencionado proyecto incluía la reforma de una serie de salas de la planta principal del museo (actual planta 2). Para ello había que reubicar varias colecciones, trasladando las de prehistoria y de arqueología ibérica desde la planta baja, o de acceso, a la planta principal.
La necesidad de financiar este proyecto generó una vasta documentación que aparece recogida en diversos expedientes del Archivo del Museo. En el año 1913 se fecha una carta dirigida al subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la que se le comunica la necesidad de desalojar la denominada sala filipina para ejecutar las obras de reforma, consistentes en suprimir la ornamentación que había hasta ese momento y sustituirla por otra más acorde con los objetos que se expondrían procedentes de la colección Cerralbo. En este mismo expediente se incluye un plano del ala sur de la planta principal del Museo en el que aparecen las denominaciones de las salas en aquel momento, junto con el nombre que pasarían a tener después de la reforma. En ese mismo año encontramos una Real Orden del 3 de julio por la cual se aprueban las obras, a excepción de las vitrinas, argumentando para ello que no se fabricarían hasta que no se conociesen bien los objetos que integrarían dicha colección. Este punto de las vitrinas provocó una gran demora en la instalación de la colección Cerralbo con un carácter de cohesión, tal y como era el deseo del marqués.
Las condiciones establecidas por el marqués para donar su colección, en un total de doce, aparecen recogidas en el expediente del Archivo del MAN; entre ellas destacaremos, como condición principal, aquella que alude a que las piezas sean expuestas en una sala destinada exclusivamente a la colección y que dicha sala lleve su nombre, el cual debe figurar en una placa. En otra de las condiciones especifica que los objetos se expondrían bajo su dirección y su gusto, aunque contando con la intervención de los directores. Las siguientes se pueden resumir en que el marqués tendría la colección a su disposición para continuar con sus estudios, publicaciones, presentaciones en congresos, especificando que, si por casualidad se produjera cualquier accidente (rotura, robo…), él quedaría exento de cualquier responsabilidad.
A todo ello el director del MAN puso objeciones a algunas de estas condiciones ya que estaban en clara oposición con el Reglamento por el que se regían los museos arqueológicos. En el caso concreto de la condición en la que el marqués determina que los objetos se expondrán «bajo la dirección y á gusto del Excmo. Sr. Marqués de Cerralbo», el director del Museo estima que en la sala donde se exhiba la colección, en la placa se pondrá que la instalación ha sido hecha exclusivamente por el donante. La siguiente objeción se hace sobre la condición cuarta, en la que el marqués alude a que los objetos se expondrán según su criterio de clasificación y que cualquier alteración debe contar con su consentimiento. A esto el director del MAN aclara que en «la Arqueología, ciencia que evoluciona constantemente, las clasificaciones establecidas por el donante podrán ó no resultar exactas en su día. En todo caso se hará constar quien es el autor de las dichas clasificaciones mientras perduren». Las demás condiciones se consideran aceptables, pero siempre en relación con la figura del marqués, no haciéndolas extensivas ni a sus herederos ni representantes. Rodrigo Amador de los Ríos también estimó oportuno que se hiciese un inventario de cada uno de los objetos, con su descripción y yacimiento de procedencia, así como especificar que la donación se hace en el Museo Arqueológico Nacional y no en el Museo de Madrid, que era el nombre que utilizaba el marqués.
La donación se hizo pública mediante Real Orden el 9 de febrero de 1915, por la cual el Estado aceptaba la donación de la colección, así como las doce condiciones que establecía el marqués, sin tener en cuenta las objeciones que había hecho el director del Museo. Aun así, el ingreso de la colección se demoró bastante debido, sobre todo, a la falta de presupuesto para construir las vitrinas. En 1916 Amador de los Ríos es sustituido por José Ramón Mélida en la dirección del MAN, quien a partir de ese momento se ocuparía de toda la gestión relacionada con el ingreso de la colección. Con la llegada de Mélida se aceleró todo el proceso para la construcción de las vitrinas, contabilizadas en un total de once, cuyas características técnicas y dificultades administrativas generadas por el excesivo importe del presupuesto y todos los ajustes que se produjeron aparecen recogidos en el expediente del Archivo del MAN 1918/3 y por Bartolomé (2018: 1004). Las gestiones sobre el presupuesto para la construcción de las vitrinas se dilataron hasta el año 1920, momento en que se aprobó dividir el gasto en cuatro anualidades. Sin embargo, el marqués murió en 1922 sin ver instalada su colección.
Tras la muerte del marqués de Cerralbo, el encargado de proseguir con las gestiones para el ingreso de la colección en el MAN, así como su montaje, fue el arqueólogo y gran amigo del marqués Juan Cabré, quien se encargó del inventario de los materiales, así como de su traslado desde el palacio de Santa María de Huerta (Soria) hasta Madrid. El inventario de las piezas tuvo lugar entre los años 1922 y 1926, momento en que ingresan los primeros lotes de la colección. Concretamente, el 25 de enero de 1926 ingresaron los materiales de los yacimientos de Torralba y, en menor medida, Ambrona, ambos en la provincia de Soria. El resto de la colección ingresaría en el año 1940. En cuanto al inventario de la colección, el MAN cuenta con una copia desde el año 2008. Consta de 168 folios mecanografiados, en los que se recogen un total de 5965 objetos, si bien no aparecen todos los materiales que integran la colección, sino aquellos que Cabré consideraba más destacados.
Prosiguiendo con el montaje, a finales de 1934, la sala Cerralbo ya estaba montada, por lo que pensamos que, posiblemente, se produjeron más ingresos de materiales que no han quedado registrados. Para este montaje J. Cabré contó con la ayuda del personal facultativo y subalterno del Museo. Dos años después, en 1936, la sala Cerralbo quedaría desmontada a causa de la Guerra Civil. Una vez acabada la contienda se sucedieron diversos montajes en los cuales los materiales de la colección Cerralbo han estado presentes, pero sin ofrecer el carácter de unidad que pretendía el marqués.
[1] Esperanza Manso Martín. Boletín del Museo Arqueológico Nacional. 43/2024, páginas 336-338. Sobre esta materia puede consultarse también, Gabriel Bartolomé, La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera y Gamboa.