Imagen. Retrato de Tiberio, Museo Arqueológico Nacional. Inventario 2730.
A pesar de la contenida idealización del rostro, este retrato presenta los rasgos característicos de la familia Claudia que se estructuran en un rostro triangular, con grandes ojos y una boca pequeña. El torso heroico, en el que el retrato queda integrado, sitúa nuestra obra en el denominado tipo estatuario de Júpiter entronizado, que fue ampliamente utilizado por los emperadores julio-claudios. Sin embargo, no es habitual encontrar en este tipo de esculturas el paludamento, el manto sujeto con un broche sobre el hombro derecho que distinguía al general en campaña. Mediante este atributo, enraizado en la tradición militar romana, el emperador se presenta ante el pueblo como general victorioso.
En las últimas décadas de la República el vínculo entre Júpiter Capitolino y el general triunfante se estrechó progresivamente. Augusto marcará un hito en esta evolución, uniendo su propia figura con la de Júpiter y fomentando su plasmación en la escultura. Sin embargo, esta asimilación no implica que el emperador se identifique con el dios. No es el dios a quien tenemos ante nosotros, sino al que toma su lugar entre los hombres. Al igual que Júpiter en la esfera divina, el emperador asume la máxima autoridad política, exaltada mediante la victoria frente al enemigo.