Colecciones del Prado y del Reina Sofía
En febrero de 2021 el Museo del Prado adquirió un cuadro de María Blanchard “en competencia” -dijeron los medios de comunicación- con el Reina Sofia. Meses más tarde, en el verano de 2021 el Museo del Prado aceptó en depósito un cuadro de Picasso procedente de la American Friends of the Prado Museum. Se supone que esto no debería pasar, ya que precisamente el nacimiento de Picasso marca el criterio de atribución de obras entre el Prado y el Reina Sofía. El País Cultural publicó un artículo que explica por qué pasa lo que no tendría que pasar.
Reordenación de la colección
Fuente. Todas las citas entrecomilladas corresponden a declaraciones del director del Museo del Prado en El Mundo el 19 de febrero de 2021.
“Será la primera vez que el espacio original del Prado esté íntegramente dedicado a exponer arte», explica Falomir. “Hasta ahora había lugares inutilizados por almacenaje u otros cometidos. Pero si recuperábamos el 100% de nuestras posibilidades expositivas para mostrar mejor nuestros fondos teníamos una obligación: pensar en algo nuevo y atrevernos”.
– Pintura hecha por mujeres. La primera fase de la remodelación se descubrirá en verano. La pintura del siglo XIX será la parte de intervención más radical. Una reorganización al completo para sumar algunos nombres, con especial empeño en visibilizar a las mujeres artistas ensanchando las tesis de la exposición Invitadas.
– Pintura filipina. También, por primera vez, habrá presencia de pintura filipina como una forma de abordar el tema de la descolonización. «El XIX es el siglo español más nacionalista, pero también el que requiere una exploración más a fondo para entender mejor su complejidad».
– Pintura histórica. El auge de la burguesía determinó buena parte de la pintura del momento, y en concreto el regreso al gusto por las hazañas del pasado. Una sala, la 75, se dedicará a los grandes cuadros de historia. Telas de gran formato como El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga (1887-1888), encargada por el Gobierno de Sagasta a Antonio Gisbert, que presidirá ese espacio. Una alegoría sobre el alto precio de la lucha por la libertad. Y con él se exhibirán otras piezas de tonelaje como Doña Juana la Loca (1877), de Francisco Pradilla, y Doña Isabel la católica dictando su testamento (1864), de Eduardo Rosales. Pinturas que subrayan la conformación de ciertos mitos nacionales.
– Retrato. La pintura de historia -tan anecdótica- no se ha podido ver aún en plenitud. Sucede también con el retrato, uno de los géneros demandados por esa burguesía expandida que se engalana y pavonea. En este sentido, otra de las novedades del proyecto de Falomir es reivindicar el trabajo de caballete con una sala de retratos y autorretratos de artistas. “No se va a perder mucho de lo que hay ahora colgado, pero sí habrá inclusiones nuevas y se revisará la presencia de algunos pintores. Por ejemplo, de Vicente López hay colgadas nueve obras y quedarán cinco o seis”. Algunas de las que formarán parte de esta reorganización de la pintura española del XIX no se habían visto antes.
– Pintura social. Hasta ahora, con este carácter, había solo una obra expuesta en el Museo del Prado: ¡Aún dicen que el pescado es caro! (1894), de Sorolla. A ésta se sumará en la sala 61B, entre otras, Una huelga de obreros en Vizcaya (1892) de Vicente Cutanda y Toraya. “Es interesante observar cómo el arte también reivindica y refleja las convulsiones sociales del lado de los desclasados”.
– Dimensión europea. Y otro de los cables tensores de la revisión inducida es la contextualización del arte español dentro del arte europeo. “En ese tiempo hay numerosas manifestaciones artísticas que caminan en paralelo y las que se han impuesto a veces no son las más representativas. No desprecio el canon, pero hoy es necesaria una comprensión más global del arte. El modelo histórico de exhibición de las colecciones apoyado en la idea del Estado nación está obsoleto. La sociedad exige algo más. Y nosotros no somos insensibles a los cambios, pero tampoco esclavos de las sugerencias”. Junto al bloque de la pintura del XIX, antes de verano también quedará completada la reinterpretación de la colección de pintura flamenca y la del Renacimiento.
– Zona central. Donde no habrá variación es en la galería central del museo y en las salas adyacentes, donde conviven Velázquez, Tiziano, Rubens, El Greco y así hasta llegar a La familia de Carlos IV de Goya. Tampoco se concentrará la mercancía del pintor de Fuendetodos en una sola planta. Seguirá repartida en las tres que ahora ocupa, aunque la forma de exponer algunas partes sí variará. “Realzaremos algunas piezas como las majas, dando más espacio», avanza Falomir. “Y proponemos un diálogo entre Los fusilamientos del 2/3 de mayo (1814) y La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos, (1807) de José de Madrazo. Estarán frente a frente. Verlos juntos impacta. El de Madrazo, uno de los cuadros preferidos de Fernando VII, inicia la pintura de historia del XIX en España y el neoclasicismo. Contemplar juntas estas grandes obras del romanticismo heroico aviva su fuerte significación política”, sostiene el director de la pinacoteca. “Queremos que la colección provoque al espectador y le invite a reflexionar“.
En el afán de esquivar el cordón sanitario de las escuelas que tanto han simplificado la historia del arte, el Prado apuesta también por una sala leonardesca alrededor de la tabla de Santa Ana, la Vigen y el Niño (principios del siglo XVI) y la Mona Lisa (1503-1519), de la colección -obra del taller del artista-, junto a Salvador eucarístico (1530), de Fernando Yáñez de la Almedina, entre otros. “En este caso da igual que un artista sea de La Mancha y otro francés. Lo importante es lo que les une”, dice Falomir.
– Escultura. Otra de las novedades será la Galería Jónica, recuperada para desplegar un centenar de esculturas clásicas griegas y romanas de las que 51 no se han exhibido antes. En cada una de las dos salas habrá también pintura de épocas distintas, aunque del mismo clasicismo extremo: La caza de Meleagro (1639), de Poussin, y Escena pompeyana (La siesta) (1868), de Alma-Tadema. El Tesoro del Delfín también tendrá nueva ubicación y se abrirá otro espacio para explicar la historia del Prado, desde la arquitectura a la museografía.
– Plazos. El desafío de Miguel Falomir no estará rematado hasta 2026. Es la fecha prevista para la reapertura del Salón de Reinos, según el proyecto de reforma diseñado por los arquitectos Norman Foster y Carlos Rubio. La que fuera casa de recreo de Felipe IV, impulsada por el Conde Duque de Olivares, volverá a su aspecto original exponiendo las pinturas que la corte encargó para decorarla. Obras de Velázquez, Zurbarán, Vicente Carducho o Juan Bautista Maíno. «Unas regresarán a su ubicación original y otras no, claro», dice Falomir. “Pero el principal reclamo para recuperar el edificio es que volviese la mayoría de las obras. En el piso de arriba se abrirá, además, una sala nueva, diáfana, destinada a exposiciones temporales”.
Contrato salas historia del museo
1.- Información museográfica de mayor interés (son documentos con mucha información que pueden tardar en cargarse):
1.1 Proyecto expositivo. Describe la propuesta museográfica que se plantea para las salas de historia del Museo.
1.2 Piezas a exponer. Contiene el listado, con fotos e información complementaria, de todas las piezas que van a ser expuestas en las salas de historia del Museo.
2.- Otra información.
2.1 Pliego de prescripciones técnicas. Descripción general del objeto del contrato. Los documentos anteriores, proyecto expositivo y piezas a exponer, son realmente anexos a este documento.
2.2 Procedimiento de contratación. Enlace a la plataforma de contratación del Estado, en la que se encuentra la información completa sobre este contrato.