Imagen. Mosaico de Issos, Museo Arqueológico de Nápoles.
Para realizar los mosaicos se partía de una pintura de la que se tomaba el modelo, dividiéndose las diferentes zonas por colores planos. Entonces se sacaba una plantilla en tela o en papiro y sobre ella se procedía a colocar cuidadosamente las teselas siguiendo el dibujo pero con su posición invertida, de manera que la cara que después quedaría expuesta permanecía oculta a los ojos del artesano. Luego se allanaba la superficie y sobre un lecho de cemento se iban situando las teselas hasta completar el conjunto, que finalmente se aglomeraba rellenando los huecos con masilla.