ORIGENES DEL MUSEO DEL ROMANTICISMO
LA INTENCION DE LOS PROMOTORES. Inicialmente, el Museo debía abarcar el período comprendido entre 1808 y 1860. Se busca, diría el marqués de la Vega Inclán, “un fondo de estudio para aquellos que deseen más completo conocimiento de la primera mitad del siglo XIX, y en general para la espiritual contemplación de tres momentos de grandes virtudes cívicas y militares en la sucesión histórica de la francesada, de la primera guerra civil y de la de África”. Caracterizaría al Museo, escribiría el Marqués, ser “un Museo de carácter popular y patriótico”. Así, “esta casa tendrá adecuado ambiente para lograr el último grado de refinado deleite, levantando el ánimo a toda clase de exaltaciones ante el espectáculo de los heroísmos y sacrificios por la Patria en aquellas épocas turbulentas de luchas tan apasionadas. Por eso creemos que este Museo, eminentemente popular, es y debe denominarse Museo Romántico”.
1860 suponía el cierre abrupto del período a rememorar. Ortega y Gasset diría que, nada menos, “De 1860 a 1900, en España no se ha vivido, se ha fingido que se vivía”. Antes de 1860 “La sociedad entera vibra apasionada… Como en todas las épocas de vida intensa, la gente está dispuesta a morir por algo, pues la realidad arroja la paradójica observación de que el afán de morir es el síntoma más evidente de la energía vital”. En sentido análogo, aunque con menos expresividad, el Marqués de la Vega-Inclán dirá que “No se han deslindado los tercios del siglo XIX” siendo el “tercero; verdadero período de liquidación nacional”.
¿Qué había sucedido en 1860 para que, ni un año más, ni un año menos, se produzca el cambio de una sociedad en “la gente está dispuesta a morir por algo” a otra en la que “no se ha vivido, se ha fingido que se vivía”?
La guerra de Africa. España ataca a Marruecos para terminar con las constantes incursiones en Ceuta y Melilla. Se generaría una ola de patriotismo desconocida desde la invasión napoleónica. No habría diferencias regionales -en Cataluña o País Vasco se alistaban voluntarios- ni políticas. En un momento de gloria simbolizado en los dos leones colocados en la entrada del Palacio de las Cortes, hechos con los cañones capturados en la decisiva batalla de Wad-Ras. Para los impulsores del Museo ahí se acaba el Romanticismo. Ahí acaba la primacía del sentimiento. Primacía que habría empezado en 1808, con lo que denominan la “francesada”.
LA COLECCION INICIAL. La colección inicial del Museo Romántico se formó básica -pero no exclusivamente- por las piezas donadas por el Marqués de la Vega-Inclán para la exposición de 1921. El catálogo de la exposición explicaba cómo había que entender tales obras : “encontrará el visitante muebles y pinturas de diverso mérito, pero que todos colaboran en el intento de hacer resurgir el espectáculo de que nuestros abuelos fueron actores. Las menos de las pinturas exhibidas figuran solamente a título de documentos, y fuera necedad juzgarlas con criterios técnicos o estéticos; han de tomarse como son: recuerdos iconográficos, ejemplos de modas, memorias de episodios o informaciones de la vida popular”. Se añadía además que “abundan los ejemplos del arte humilde e íntimo: retratos, bocetos, escenas realistas y visiones soñadas— tradicionalismo de buena ley, verdad, inspiración—“.
Por el contrario, “De los mismos pintores académicos y oficiales, carece la colección de pinturas de asunto clásico o histórico, grandes en tamaño, en pretensiones y en vacuidad. Posee en cambio muestras sencillas, que prueban cómo los temas heroicos y el afán por emular a David y a otros pintores solemnes de ultra-puertos, hicieron perder a la pintura española innumerables joyas, y, lo que fué peor, desviaron nuestro espíritu de su cauce propio para, salvo raras excepcepciones, llevarnos a la esterilidad artística de los últimos treinta años de la centuria pasada”.
En 1921 se organizó la exposición “Tras Salas del Museo Romántico”, de la que en efecto que surgiría en 1924 el Museo como tal. En esa Exposición ya se incluían obras que no pertenecían al romanticismo. En efecto, había “otros cuadros que muestran el estado de la pintura española posterior a Goya; pudiendo citarse por vía de ejemplo: el cuadro histórico de el Panadero, el admirable auto-retrato de Fernández Cruzado, el literato romántico de Vicente López, el retrato y dos escenas de Lucas…”. Se incluían por tanto obras de pintores cuya obra no se insertaba dentro del período cronológico de referencia del Romanticismo. Por ejemplo, habría obra de Tomás Muñoz Lucena, que precisamente había nacido en 1860, justo cuando el Romanticismo se supone que terminaba, y que vivía cuando la Exposición se abrió.
Estos cuadros estaban realmente destinados al Museo de El Greco de Toledo. Cuando se fundó, este Museo tenía como objeto ser un Museo de Arte Español que comprendiera la pintura desde El Greco hasta Vicente López. Pero “Que el período romántico es tan interesante como desconocido… como que Madrid es el lugar propio de tal Museo, pues con ser de suyo centro de España, en aquellos años fué todavía más: fué su corazón” hicieron que “lo que en un principio había de llenar dos salas del Museo del Greco, en Toledo, se convirtiera en núcleo de una más vasta concepción”. De este modo, se desmentía en la práctica el riguroso propósito inicial de abarcar sólo el período comprendido entre 1808 y 1860.
Con la exposición abierta, por tanto antes de la creación formal del Museo, llegaron las primeras donaciones. Por Real Orden de 26 de enero de 1922 se agradecían talas donaciones -citando expresamente tanto los autores como la obras entregadas- y se hacía público el Real agrado por las mismas (Gaceta de Madrid números 35 y 44, de 4 y 13 de febrero de 1922).
EXPOSICION 1921. En la parte derecha hay un breve video sobre la exposición “Tres salas del Museo Romántico”, que daría origen al Museo.