¿Qué entendemos exactamente por “tema”?
A todos nos gusta la idea de “tema” como un contenido que hay que saber para aprobar. Un tema sería algo que empieza en la página uno y termina en la quince. La oposición tiene muchos, desde luego. Pero aprendiéndose todos se aprueba y llega la recompensa de la función pública.
En algunas oposiciones esta idea de tema sí es relativamente acertada. Con 400 temas suele ser bastante la capacidad de dominarlos en su totalidad. Pero en muchas oposiciones, entre ellas museos, la palabra “tema” no (no) define un contenido cuyo conocimiento lleva al aprobado. Y es lógico que sea así.
Supongamos que un museo tiene que decidir las exposiciones del año próximo. El funcionario de museos no es una persona que asiste a la reunión bolígrafo en mano dispuesto a apuntar lo que le digan que tiene que hacer. Se espera que el funcionario de museos participe en la creación de la exposición. Aportará ideas, debatirá las que se planteen… Y eso, obvio es decirlo, no viene en ningún tema: en el programa no se pide el diseño de las exposiciones por ejemplo del Museo Nacional de Cerámica de dentro de diez años.
Por eso en museos siempre ha existido la sana tradición de hacerse los temas, sobre todo los específicos. En legislación, con matices, la idea de tema-aprobado podía tener algún predicamento, siempre y cuando el contenido se comprendiera adecuadamente. En la vaporosa y etérea museología un contenido aclaratorio era conveniente. Pero en la materia específica, que viene a ser el grueso de la oposición, los temas los hacía el opositor. Bajo la dirección de un preparador que orienta y supervisa la tarea, eso sí. Pero el tema es siempre fruto de un trabajo personal, la formación y perspectivas que da elaborarse el temario no se consigue, ni de lejos, aprendiendo materiales hechos. Naturalmente un tema confeccionado de verdad. Manuscrito o con la mentalidad de un documento manuscrito: pulsar las teclas copiar y pegar no es hacer un tema.
Este planteamiento, en esencia, no cambia con el test, pero sí lo matiza. Porque este ejercicio sí hace conveniente disponer de una documentación mínima (a que llamaremos “tema”) que no sustituye el método tradicional, sino que lo complementa. Hacer el tema es como visitar una ciudad sin guía. Vas por aquí, por allá
Es evidente que los test tampoco pueden prepararse con la idea de que hay tema que si se sabe se aprueba. Los test son potencialmente infinitos. Precisamente por eso necesitan algo así como el folleto de mano de las exposiciones. En tal zona está esto, en tal zona está lo otro, por allí se llega… Eso es lo que pretenden hacer sustancialmente nuestros temas. Un tema, para nosotros, es un texto que te dice lo mínimo que te tienes que saber en cualquier caso y da algunas orientaciones acerca de por dónde puedes seguir. Un tema entendido así no es en ningún caso lo que tienes que saber para aprobar.
Por tanto sigue absolutamente vigente la idea de hacerse los temas con la dirección de un preparador. Esta metodología es imprescindible para las preguntas cortas, el oral y los casos prácticos, o sea lo fundamental de la oposición. Nuestros temas se centran en ser útiles para preparar el test. De hecho, muchos de ellos han surgido de forma natural al hacer los test de la plataforma de test. Se pretende que en nuestra plataforma haya el tipo de preguntas que un opositor debe saber. Lo esencial. Por eso al organizar los materiales para hacer las preguntas termina surgiendo, de forma casi espontánea, el tema. Tema enfocado a los test, a ayudar a tener una base y a estar razonablemente seguro de que se conoce lo básico que hay que conocer.
Nuestros temas de auxiliares se pueden imprimir pero los de ayudantes y conservadores no. Se hace así precisamente para “obligar” a hacerse el tema, para evitar la tentación de tener unos folios delante y memorizarlos.
La extensión y características de los temas es muy distinta. Cuando se hacen temas para ejercicios con un tiempo determinado, los temas suelen ser relativamente homogéneos. Si hay que habla 15 minutos de cada tema, no es lógico que uno tenga un folio y otro cincuenta. Pero en test es diferente. Hay materias en las que se tardaría años en leer la bibliografía, mientras que en otras sobra con una semana. En unos casos hay páginas web muy completas y bien organizadas que hacen innecesario extenderse mientras que en otros supuestos solamente hay artículos de revistas y libros. Eso hace entonces que los temas tengan una naturaleza dispar.